jueves, 12 de marzo de 2009

Hiroo Onoda


Hola chicas!


Hace mucho que no les escribia por aqui.


Les mando una historia que me gusto mucho, pueden leer mas de la bibliografia de este japones en Wikipedia.


El 10 de marzo del 1974, casi 30 años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, el teniente Hiroo Onoda entregó finalmente su oxidada espada y se convirtió en el último soldado japonés en rendirse.


Onoda había sido enviado a la esla tropical de Lubang, en las Filipinas, en 1944 con ordenes de conducir una guerra de guerrilas e impedir el ataque enemigo a la isla. Cuando la guerra terminó, Onoda se negó a creer los mensajes que anunciaban la rendición de Japón.


Durante 29 años, mucho después de la rendición o muerte de sus compañeros soldados, Onoda continuaba defendiendo el territorio de la isla para el derrotado ejército japonés. Se ocultó en la selva, viviendo fuera de su tierra, robando alimentos y suministros a los ciudadanos locales, evadiendo un equipo de búsquedas tras otro y mantando al menos 30 nacionales en el proceso. Se gastaron cientos de miles de dólares tratando de localizar al guerrero solitario para convencerlo de que había terminado la guerra.


Se dejaron caer en la selva folletos, periódicos, fotografías y cartas de amigos, se hicieron anuncios por altoparlantes suplicando a Onoda que se rindiera, pero él seguía negándose a abandonar su pelea. En el esfuerzo se desplegaron unos 13,000 hombres antes de que Onoda finalmente recibiera una orden personal de su antiguo comandante y fuera persuadido a abandonar la inútil y solitaria guerra que había librado durante tantos años.


En su autobiografía titulada No surrender: My Thirty - Year War (No me rindo: Mi guerra de 30 años), Onoda describe el momento en que comenzó a entender la realidad de lo que estaba sucediendo:


"Me sentí como un tonto... Qué había estado haciendo todos estos años?... Por primera vez entendí de verdad... Aquel era el final. Tiré del cerrojo del fusil y saqué las balas... Me quité de encima la mochila que siempre había llevado conmigo y puse el arma sobre ella"


La guerra finalmente había terminado
Al considerar desde la perspectiva actual la situaci[on, Hiroo Onoda parece haber estado, en el mejor de los casos, tristemente equivocado, y en el peor haber sido absurdamente tonto. Los mejores años de su vida fueron desperdiciados peleando una guerra cuyo resultado ya se había decidido.
Sin embargo la historia de Onoda no es un caso único, es nuestra historia también. Todos comenzamos la vida como miembros de una raza rebelde, peleando nuestra propia guerra personal contra el soberano Rey del universo. Para la mayoría, esa resistencia se desarrolla a lo largo de toda la vida en una historia que podría titularse No me rindo...
Esta historia continuará....